viernes, 9 de septiembre de 2011

Mensaje de Alejandro a Darío

«Vuestros antepasados fueron a Macedonia y al resto de la Hélade y, sin que los helenos diesen el menor motivo para ello, acarrearon sobre nosotros una serie de infortunios. Yo, nombrado como general en jefe de los helenos y dispuesto a hacer pagar a los persas lo que habían hecho con nosotros, he venido al Asia después que vosotros habíais roto las hostilidades. Pues vosotros ayudásteis a los perintios, que habían injuriado a mi padre, y Ojos envió fuerzas armadas a la Tracia, que se halla bajo nuestro poder; mi padre fue asesinado por conspiradores que, como vosotros mismos habéis dicho en cartas dirigidas a todo el mundo, obedecían a vuestras instigaciones; tú mismo, en unión de Bagoas, asesinaste al rey Arses y te apoderaste del trono persa ilegítimamente, no con arreglo a las tradiciones y usos de los persas, sino mediante la violación de sus derechos más sagrados; has hecho llegar a los helenos acerca de mí cartas que no tenían nada de amistosas para incitarlos a la guerra contra mí; has enviado a los espartanos y a algunos otros griegos dinero que, aunque ningún otro estado quiso aceptar, sí fue aceptado por los lacedemonios; finalmente, has querido seducir a mis amigos por medio de tus agentes y perturbar la paz dada por mí a los helenos. Por todas estas razones me he puesto en campaña contra ti, después que tú mismo habías roto las hostilidades. Vencedor en justa lucha, primero contra tus generales y sátrapas y ahora contra ti y el ejército por ti mandado, soy por la gracia de los dioses inmortales dueño del país que llamas tuyo. Velo por todos aquellos que, habiendo luchado junto a ti, no han caído en combate, y se han puesto bajo mi tutela y protección; ninguno está conmigo mal de su grado, sino que se colocan de buena gana y voluntariamente bajo mis órdenes. Y puesto que soy dueño y señor del Asia, te pido que también tú vengas conmigo; si crees tener motivos para temer que te trate mal, envía a algunos de tus nobles para recibir las prendas necesarias. Cuando estés junto a mí, podrás pedirme que te devuelva a tu madre, a tu esposa y a tus hijos, en la seguridad de que en mí habrás de encontrar oído atento a esa súplica y a cualesquiera otras que quieras hacerme. Y para lo sucesivo, si te diriges de nuevo a mí, debes hacerlo como al rey de Asia, no como si te dirigieses a un igual tuyo, sino exponiendo tus deseos al dueño y señor de cuanto antes era tuyo con la debida reverencia, ya que en caso contrario me veré obligado a tratarte como a quien ofende a mi real majestad. Y si opinas de otro modo en lo tocante a la posesión de este reino, aguárdame para medir de nuevo tus armas conmigo en campo abierto, pero sin huir; yo, por mi parte, te aseguro que te buscaré donde quiera que te escondas.”
            en Droyzen, Johann Gustav
            Geschichte Alexanders der Grossen
            Historia de Alejandro Magno.
F.C.E: 2001. pp. 166-167.

No hay comentarios:

Publicar un comentario